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La verdadera vida de un escritor

Retrato de un estudioso. Rembrandt.

Muchas personas que escriben no se atreven a llamarse a sí mismos “escritores” hasta haber publicado algo, tal vez una novela, y recibido por lo menos algunos elogios de la crítica.

Pero la verdad es que la mayoría de los que se meten en el mundo de la escritura nunca llegarán a ese punto. De hecho, la mayoría nunca va a terminar una novela, aún menos conseguir publicarla. Y esto significaría que sólo unos pocos podrían llamarse a sí mismos, con razón, escritores.

Sin embargo, mis requisitos para considerarse escritor son mucho menos rigurosos: si usted escribe con regularidad, aspira a publicar su trabajo y está al tanto de la mecánica básica de contar historias y del periodismo, entonces usted puede unirse a mi club de escritores.

Pero antes de que se emocione, la verdad es que la vida del escritor es muy poco glamurosa y consiste, en muchos casos, en encerrarse a solas en una habitación con un ordenador, trabajando en algo que no más de cinco o seis personas van a leer.

Mientras que los músicos pueden atraer a amantes potenciales con unos acordes de guitarra y unas letras de canción que apenas recuerdan, contarle a alguien la trama de su best-seller inacabado probablemente resultará en un bostezo y en que nuestro escritor coja un autobús a casa antes de lo esperado.

Muchos psicólogos ven la escritura como una “necesidad de control”, un vano intento de poner el mundo el orden representándolo de forma lineal y textual. o Personalmente, nunca he pensado en ello de esta manera. De hecho, nunca me he puesto a analizar por qué lo hago. Sólo sé que tengo que hacerlo y que nunca voy a dejarlo. ¡Fin de la historia!

En este momento estoy escribiendo mi primera novela. La experiencia me ha dado una comprensión de los procesos de escritura de textos más extensos, así como una admiración total por cualquier persona que pueda terminar de escribir una novela. No importa lo buena o mala que sea la novela acabada, sigue siendo más de lo que yo he logrado hacer hasta ahora.

Es escribiendo una novela cuando te das cuenta de que, al escribir una novela, lo que realmente estás haciendo es aprender a escribir novelas. Por eso, necesite o no al final una reescritura total, el tiempo invertido en ella no habrá sido en vano.

Un amigo mío hace violines. Ha terminado seis violines hasta la fecha y sólo ahora cree estar empezando a conseguir la técnica adecuada. ¡Después de seis violines! Del mismo modo, creo que me va a llevar una o dos novelas entender y perfeccionar el proceso de escritura, que es en sí un 99% de transpiración.

El otro uno porciento es la fuerza de voluntad para no darse por vencido.

Tuerto 9

Premio Nobel de la Comedia

Las raíces de esta dictadura científica en la que vivimos se encuentran en los libros y ensayos de varios filósofos, escritores e intelectuales británicos del siglo XX.

Personas como Aldous Huxley, H.G. Wells y Bertrand Russell, a menudo vistos erróneamente como defensores de los oprimidos, escribían y hablaban entusiastamente sobre sus ideas para controlar la sociedad usando drogas y el condicionamiento de Pavlov, estando la mayor parte de esto escondido a plena vista en publicaciones y lugares donde ellos pensaban que el público en general no lo encontraría.

A continuación incluyo algunas citas de Bertrand Russell. Primero,  de su libro “The Scientific Outlook” (La Perspectiva Científica) editado en 1931. Lo que dice en él es bastante sorprendente:

“Las sociedades científicas están todavía en pañales. Con el avance de la psicología y la fisiología se espera que los gobiernos tengan más control del que ya tienen sobre la mentalidad individual, incluso en los países totalitarios. Como Fitche explicó, la educación escolar debería tener el objeto de destruir la voluntad libre, para que los estudiantes, después de dejar el colegio y durante el resto de sus vidas, sean incapaces de pensar o actuar de una manera contraria a la esperada por sus profesores.”

“Dieta, inyecciones y órdenes se combinarán, desde una edad muy temprana, para producir el tipo de personalidad y creencias que las autoridades consideren deseables, y cualquier crítica grave a los poderes será, de hecho, psicológicamente imposible.”

No es de extrañar que ya en los años 30 hablara de la idea de vacunar a los niños para convertirlos en ciudadanos modelos, y que hoy en día los bebés de dieciocho meses sean vacunados con múltiples inyecciones que contienen mercurio y aluminio.

En su libro “The Impact of Science on Society” (El Impacto de la ciencia sobre la sociedad), editado en 1951, Russel fue más cándido:

“La fisiología y la psicología nos abren campos de técnica científica en los que solo falta desarrollo. Dos hombres magníficos, Pavlov y Freud, han puesto ya los cimientos.  Y no acepto la idea de que estén esencialmente en conflicto, aunque haya dudas sobre lo que se puede construir encima de esos cimientos que han puesto. Creo que la materia que será más importante políticamente es la psicología de masas… Su importancia ha aumentado enormemente gracias a los métodos modernos de propaganda. De ellos, el más influyente es lo que llamamos “educación escolar”. La religión tiene su papel, pero está disminuyendo; la prensa, el cine y la radio tienen un rol cada vez más destacado… Se espera que dentro de un tiempo cualquier persona sea capaz de convencer a cualquier otra de cualquier cosa, siempre y cuando se pueda empezar con el paciente cuando es joven y  el gobierno provea la financiación y el equipo necesarios.»

“La disciplina progresará más rápidamente cuando esté bajo los auspicios de una dictadura científica… Los psicólogos sociales del futuro tendrán varias clases de alumnos en los que podrán intentar producir, con métodos diferentes, la fuerte convicción de que la nieve es negra.  Pronto llegarán a varios resultados. Primero, que la influencia del hogar es obstructiva. Segundo, que no se puede hacer mucho si el adoctrinamiento no empieza antes de los diez años.  Tercero, que las directrices a las que se les pone música y son cantadas resultan muy efectivas.  Cuarto, que opinar  que la nieve sea blanca debe mostrar un gusto mórbido por la excentricidad… El trabajo de los científicos del futuro es perfeccionar esas máximas y calcular cuánto costará hacer que los alumnos crean que la nieve es negra, y cuánto costará convencerlos de que es solamente gris oscura.”

“Aunque esta ciencia se estudiará con diligencia, será estrictamente confinada a la clase gobernante.  Al pueblo no se le permitirá conocer que sus creencias fueron generadas. Cuando este método se haya perfeccionado, y haya habido una generación de control sobre la educación escolar, el gobierno tendrá la capacidad de controlar a sus sometidos firmemente, sin necesidad de ejército o policía.”

En 1950, Russell recibió el premio Nobel de Literatura “en reconocimiento a  su variada e importante narrativa, en la cual defiende los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento.”

Ummm… quizás fuera un error…

Bertrand Russel, el rey del chiste

Tuerto 9